My Say:
¿Quién es (en realidad) Barbara Robinson?
Si habéis leído Holly, adelante.
Si no la habéis leído, aquí os voy a destapar el final de una subtrama de la novela, así que mejor que leáis Holly y volváis más tarde. Pero volved. Porque es interesante, como siempre, el saber de dónde saca King sus historias. O tal vez no la historia principal en si, pero sí el trasfondo de sus novelas, el decorado. Y esto que encontré, como siempre que sucede cuando investigas sobre un nombre que “no debería estar ahí”, me ha parecido maravilloso. Además le vais a poner cara a Barbara Robinson 😉
Así que allá vamos.
Como sabes si has leído el libro, una parte importante de la historia se apoya sobre los hombros de Barbara Robinson. Por un lado descubrimos su activismo social; se habla diversas veces de racismo (se comenta repetidas veces el asunto de la muerte de un chico negro a manos de un policía blanco), de la lucha de clases, del empoderamiento de la mujer…Pero sobre todo es su vena poética la que se nos descubre como un rasgo muy importante de su personalidad. Se nos dice que lleva desde muy joven leyendo y escribiendo poesía. Y en este libro quiere “saber” si está perdiendo el tiempo con ello. Y:
- En el libro «Holly» , Barbara Robinson llega a ganar el premio Penley, premio que se otorga a jóvenes poetas en USA (Barbara, según la cronología del libro «Holly», nació en el año 2003)
- Además sabemos que llegó a la final compitiendo con cinco finalistas.
- Y al año siguiente le fue publicado su primer libro de poesía.
Pues bien, al final del libro, en una conversación entre Barbara Robinson y Holly Gibney, esta última le nombra a la poetisa Amanda Gorman. No viene mucho a cuento en ese momento. Parece un poco forzado ese comentario. Y ahí saltó mi alarma detectora de intrahistorias 😉
¿Quién es Amanda Gorman?
En realidad es Barbara Robinson.
Es decir, Stephen King le ha dado a Barbara la “vida real” de Amanda. Juzgad vosotros mismos.
Amanda Gorman (Los Ángeles, 7 de marzo de 1998)
- Poetisa y activista estadounidense, Gorman fue la primera persona en ganar el National Youth Poet Laureate (junio de 2014).
- Fue elegida entre cinco finalistas.
- Al año siguiente de ganarlo, se le publicó su primer libro de poesía.
Decidme, ¿no os encaja esta imagen siguiente con Barbara Robinson?
Su obra se centra en cuestiones de opresión, feminismo, raza y marginación, así como en la diáspora africana. Publicó el libro de poesía “The One for Whom Food Is Not Enough” en 2015, al año siguiente de ganar el National Youth Poet Laureate.
En 2017, se convirtió en la primera joven poetisa que abrió la temporada literaria de la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Ha llegado a leer su poesía en el canal MTV. Es fundadora de la organización sin ánimo de lucro “One Pen One Page”, que dirige un programa de escritura y liderazgo juvenil.
Además en enero de 2021, se convirtió en la poetisa más joven en leer en una investidura presidencial, leyendo su poema «The Hill We Climb (La colina que escalamos)» en la toma de posesión de Joe Biden. Poema a continuación:
When day comes, we ask ourselves, where can we find light in this never-ending shade?
The loss we carry. A sea we must wade.
We braved the belly of the beast.
We’ve learned that quiet isn’t always peace, and the norms and notions of what “just” it isn’t always justice.
And yet the dawn is ours before we knew it.
Somehow, we do it.
Somehow, we weathered and witnessed a nation that isn’t broken, but simply unfinished.
We, the successors of a country and a time where a skinny Black girl descended from slaves and raised by a single mother can dream of becoming president, only to find herself reciting for one.
And, yes, we are far from polished, far from pristine, but that doesn’t mean we aren’t striving to form a union that is perfect.
We are striving to forge our union with purpose. To compose a country committed to all cultures, colors, characters and conditions of man.
And so, we lift our gaze, not to what stands between us, but what stands before us.
We close the divide because we know to put our future first, we must first put our differences aside.
We lay down our arms so we can reach out our arms to one another.
We seek harm to none and harmony for all.
Let the globe, if nothing else, say this is true.
That even as we grieved, we grew.
That even as we hurt, we hoped.
That even as we tired, we tried.
That we’ll forever be tied together, victorious.
Not because we will never again know defeat, but because we will never again sow division.
Scripture tells us to envision that everyone shall sit under their own vine and fig tree, and no one shall make them afraid.
If we’re to live up to our own time, then victory won’t lie in the blade, but in all the bridges we’ve made.
That is the promise to glade, the hill we climb, if only we dare.
It’s because being American is more than a pride we inherit. It’s the past we step into and how we repair it.
We’ve seen a force that would shatter our nation, rather than share it.
Would destroy our country if it meant delaying democracy.
And this effort very nearly succeeded.
But while democracy can be periodically delayed, it can never be permanently defeated.
In this truth, in this faith we trust, for while we have our eyes on the future, history has its eyes on us.
This is the era of just redemption.
We feared at its inception.
We did not feel prepared to be the heirs of such a terrifying hour.
But within it we found the power to author a new chapter, to offer hope and laughter to ourselves.
So, while once we asked, how could we possibly prevail over catastrophe, now we assert, how could catastrophe possibly prevail over us?
We will not march back to what was but move to what shall be: a country that is bruised but whole, benevolent but bold, fierce and free.
We will not be turned around or interrupted by intimidation because we know our inaction and inertia will be the inheritance of the next generation, become the future.
Our blunders become their burdens.
But one thing is certain.
If we merge mercy with might, and might with right, then love becomes our legacy and change our children’s birthright.
So let us leave behind a country better than the one we were left.
Every breath from my bronze-pounded chest, we will raise this wounded world into a wondrous one.
We will rise from the golden hills of the West.
We will rise from the windswept Northeast where our forefathers first realized revolution.
We will rise from the lake-rimmed cities of the Midwestern states.
We will rise from the sunbaked South.
We will rebuild, reconcile, and recover.
And every known nook of our nation and every corner called our country, our people diverse and beautiful, will emerge battered and beautiful.
When day comes, we step out of the shade aflame and unafraid.
The new dawn blooms as we free it.
For there is always light, if only we’re brave enough to see it.
If only we’re brave enough to be it.
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Cuando llegue el día y nos preguntemos, ¿dónde podemos encontrar la luz en esta sombra de nunca acabar? La pérdida que sobrellevamos. Un mar que debemos vadear. Tuvimos que hacer frente al vientre de la bestia. Hemos aprendido que la tranquilidad no es siempre sinónimo de paz. Y las normas y las nociones de lo que es justo no siempre es así de justo. A pesar de esto, el amanecer nos adelanta sin saberlo. De alguna manera lo hacemos. De alguna manera hemos aguantado y visto una nación que no está quebrantada sino simplemente incompleta. Nosotros, los sucesores de un país y un tiempo en el que una chica delgada y negra descendiente de esclavos y criada por una madre soltera puede soñar con convertirse en presidente, solo para encontrarse a sí misma declamando para uno. Y sí, estamos lejos de estar refinados, lejos de ser inmaculados pero eso no quiere decir que no nos esforcemos por formar una unión que sea perfecta. Nos esforzamos por forjar nuestra unión con propósito. Para componer un país comprometido con toda cultura, color, carácter y condición del ser humano. Y así levantamos nuestras miradas, no a lo que se interpone entre nosotros, sino hacia a lo que está delante de nosotros. Eliminamos la brecha porque sabemos que para poner nuestro futuro primero, primero tenemos que poner nuestras diferencias a un lado. Dejamos el armamento, para extender sin impedimento nuestros brazos el uno al otro. Buscamos no dañar a nadie, ya la harmonía para todos. Que el mundo, al menos diga, que esto es cierto. Que incluso mientras estábamos de luto, crecimos. Que aunque nos duela, teníamos esperanza. Que aunque nos cansáramos, lo intentamos. Que siempre estaremos unidos, victoriosos. No porque nunca más conoceremos la derrota, sino porque nunca volveremos a sembrar división. Las Escrituras nos dicen que imaginemos que todo el mundo se sentará bajo su propia vid e higuera y nadie les hará temer. Si vamos a estar a la altura de nuestro tiempo, entonces la victoria no estará en el acero sino en todos los puentes que hemos hecho. Esa es la promesa de lo mejor, la colina que escalamos, si tan solo nos atreviéramos. Porque ser estadounidense es más que un orgullo que heredamos. Es el pasado en el que nos adentramos y cómo lo reparamos. Hemos visto una fuerza que destrozaría nuestra nación en lugar de unirla. Destruiría nuestro país si eso significara retrasar la democracia. Y este esfuerzo casi tuvo éxito. Pero mientras que la democracia puede ser retrasada momentáneamente, nunca puede ser derrotada permanentemente. En esta verdad, en esta fe es en la que confiamos. Porque mientras tengamos los ojos puestos en el futuro, la historia tiene los ojos puestos en nosotros. Esta es la era de la redención. La temimos en su comienzo. No nos sentíamos preparados para ser los herederos de una hora tan aterradora. Pero dentro de ella encontramos el poder de escribir un nuevo capítulo, de ofrecernos esperanzas y risas. Así que, mientras nos preguntamos, ¿cómo podríamos prevalecer sobre la catástrofe? Ahora afirmamos, ¿cómo podría la catástrofe prevalecer sobre nosotros? No regresaremos a lo que era, sino que avanzaremos a lo que será: un país herido pero íntegro, benévolo pero enérgico, feroz y libre. No nos harán volver, ni interrumpidos por la intimidación porque sabemos que nuestra inacción e inercia serán la herencia de la próxima generación. Se convertirán en el futuro. Nuestros errores se convierten en sus cargas. Pero una cosa es cierta. Si unimos la misericordia con el poder y el poder con el derecho, entonces el amor se convierte en nuestro legado, y cambia el derecho de nacimiento de nuestros hijos. Así que dejemos atrás un país mejor que el que nos fue dejado. Con cada respiración de mi pecho golpeado por el bronce, levantaremos este mundo herido a uno maravilloso. Nos levantaremos de las colinas doradas del oeste. Nos levantaremos del noreste azotado por el viento donde nuestros antepasados idearon por primera vez la revolución. Nos levantaremos de las ciudades rodeadas de lagos de los estados del medio oeste. Nos levantaremos del sur abrasado por el sol. Reconstruiremos, reconciliaremos y nos recuperaremos. Y cada recoveco de nuestra nación y cada rincón llamado nuestro país, nuestra gente diversa y hermosa, saldrá maltrecha y hermosa. Cuando llegue el día, saldremos de la sombra en llamas ardiendo y sin miedo. El nuevo amanecer florece a medida que lo liberamos. Porque siempre hay luz, si tan solo somos lo suficientemente valientes para verla. Si tan solo somos lo suficientemente valientes para serlo. |
VIDEO DE LA LECTURA: https://www.youtube.com/watch?v=0xvkAQTeSfE
¡Os aconsejo encarecidamente que lo veáis!